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Umbral del Metal

Dríades

Dríades

En la mitología griega, las Dríades (en griego antiguo Δρυάδες druádes, de δρῦς drũs, ‘roble’) son las ninfas de los robles en particular y de los árboles en general.

Surgieron de un árbol llamado «Árbol de las Hespérides». Algunas de ellas iban al Jardín de las Hespérides para proteger las manzanas de oro que en él había. Las dríades no son inmortales, pero pueden vivir mucho tiempo. Entre las más conocidas se encuentra notablemente Eurídice, la mujer de Orfeo.

La tradición tardía distingue entre Dríades y Hamadríades, considerándose las segundas asociadas específicamente a un árbol, mientras las primeras erraban libremente por los bosques.

Ninfas

Ninfas

En la mitología griega, una ninfa es cualquier miembro de un gran grupo de espíritus femeninos de la naturaleza, a veces unidos a un lugar u orografía particular. Las ninfas solían acompañar a varios dioses y diosas, y eran con frecuencia el objetivo de sátiros lujuriosos.

Las ninfas son las personificaciones de las actividades creativas y alentadoras de la naturaleza. La palabra griega νύμφη significa ‘novia’ y ‘velado’ entre otras cosas; es decir, una mujer casada y, en general, una en edad casadera. Otros hacen referencia a esta palabra (y también a la latina nubere y a la alemana Knospe) como una raíz que expresa la idea de ‘crecer’ (según Hesiquio de Alejandría, uno de los significados de νύμφη es ‘capullo de rosa’). El hogar de las ninfas está en las montañas y arboledas, en los manantiales y ríos, en los valles y las frías grutas. Con frecuencia son el séquito de divinidades superiores: de Artemisa la cazadora, de Apolo el profeta, del juerguista y dios de los árboles Dioniso, y también de dioses rústicos como Pan y Hermes, dios de los pastores.

Clasificación de las ninfas

Las diferentes especies de ninfas se distinguen según las diferentes esferas de la naturaleza con las que están conectadas.
Ninfas terrestres («Epigeas»)
Agrónomos (campos)
Alseides (flores)
Antríades (cuevas)
Auloníades (pastizales)
Corícides o coricias (cuevas, son las musas clásicas)
Dríades (bosques)
Hamadríades (árboles)
Melíades o melias (fresnos)
Hespérides (jardines y del ocaso)
Híades (lluvia)
Limónides o hénides[cita requerida] (prados)
Napeas (valles de montañas, cañadas)
Oréades u orestíades (montañas, montes; forman el cortejo de Diana)
Ninfas de las aguas («Efidríades»)
Oceánides (hijas de Océano; cualquier agua, normalmente salada)
Nereidas (hijas de Nereo; del mar Mediterráneo)
Náyades (normalmente al agua dulce)
Creneas o crénides[cita requerida] (fuentes)
Limnátides o limníades[cita requerida] (lagos)
Pegeas (manantiales)
Potámides (ríos)
Otras
Perimélides (ninfas del ganado menor)
Epimélides (ninfas de las ovejas)
Trías (ninfas proféticas de la miel)
Uranias (ninfas celestes)

Adaptaciones extranjeras

Las ninfas griegas, tras la introducción de su culto en el Lacio, absorbieron gradualmente en sus categorías a las divinidades indígenas italianas de los manantiales y los cursos de agua (Juturna, Egeria, Cavmentis, Fonto), mientras que las Linfas (originalmente Lumpae) o diosas del agua italianas, debido a la similitud fortuita de su nombre, fueron identificadas con las ninfas griegas. Entre los romanos su esfera de influencia fue reducida, y aparecen casi exclusivamente como divinidades del medio acuático.

Lamias

Lamias

Lamia (en griego, Λάμια) es un personaje femenino de la mitología y el folclore grecolatinos, caracterizado como asustaniños y seductora terrible. En este último aspecto, constituye un antecedente de la vampiresa moderna. Se la concibe como un personaje individual, pero también como el nombre genérico de un tipo de monstruos (las lamias). A menudo se la asocia con figuras similares de la cultura griega (Empusa) o hebrea (Lilith). En el folclore neohelénico, vasco y búlgaro encontramos tradiciones sobre lamias, herederas de la tradición clásica.

Folclore grecolatino

Según el historiador griego Duris de Samos, Lamia era una reina de Libia a la que Zeus amó, hija de Poseidón o Belo y Libia (escolio a las Avispas de Aristófanes, verso 1035 y escolio a la Paz del mismo autor, v. 758). Hera, celosa, la transformó en un monstruo y mató a sus hijos (o, en otras versiones, mató a sus hijos y fue la pena lo que la transformó en monstruo). Lamia fue condenada a no poder cerrar sus ojos, de modo que estuviera siempre obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos luego. Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos. Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer. Aunque era femenina, el comediógrafo Aristófanes asegura que el demagogo Cleón tenía "los cojones de una lamia" (Avispas v. 1035, Paz v. 758), queriendo decir, probablemente, que no los tenía en absoluto (y que, en caso de tenerlos, estarían tan sucios como los de una lamia, siendo el monstruo famoso por el hedor que desprendía).

La etimología del nombre no se ha establecido con certeza. Probablemente se relaciona con el adjetivo lamyrós, "glotón", y el sustantivo laimós, "gaznate, gañote". Algunos creen que pertenece a la misma familia el latín lemur, que designa a unos espectros (los lémures) tipológicamente similares a las lamias.

En la Antigüedad, las madres griegas y romanas solían amenazar a sus hijos traviesos con este personaje. El poeta romántico inglés John Keats dedicó al personaje un poema narrativo largo, que da nombre al libro Lamia y otros poemas. Se inspiró en La novia de Corinto, una historia que aparece en la Anatomía de la melancolía de Robert Burton, quien a su vez la tomó de la Vida de Apolonio de Tiana de Filóstrato (4. 25). Según cuenta Filóstrato, Menipo, un joven aprendiz de filósofo, se dejó seducir por una misteriosa mujer extranjera que lo abordó cuando caminaba por las afueras de Corinto. La mujer insistió en que se casaran, y a la boda acudió el sabio Apolonio, quien tras observar detenidamente a Menipo declaró "tú, al que las mujeres persiguen, abrazas a una serpiente, y ella a ti". La novia, en efecto, era una lamia o Empusa, y aunque al principio negaba su condición, acabó confesando que había seducido a Menipo para devorarle y beber su sangre, pues la de los mozos como él es pura y rebosa vigor.

Según opinión bastante extendida, la Lamia mitológica sirvió de modelo para las lamias (lamiae en latín), pequeños monstruos africanos, humanos de la cintura para arriba, que atraían a los viajeros con su agradable siseo y enseñando sus senos, para después matarlos y devorar sus cuerpos. La noticia más antigua de estos seres se encuentra en el discurso quinto del orador Dión Crisóstomo, quien se refiere a ellos como "fieras líbicas", no lamias. Posteriormente, las lamias aparecen a menudo en los bestiarios como ejemplo de monstruo despiadado y salvaje. En la catedral de Pesaro (Italia) se conserva un mosaico del siglo VI en el que dos lamias aparecen representadas como pájaros con cabeza humana [1].

Mitología vasca

En la mitología vasca, las lamias son genios mitológicos a menudo descritos con pies de ave, cola de pescado o garras de algún tipo de ave. Casi siempre femeninos, de una extraordinaria belleza, moran en los ríos y las fuentes, donde acostumbran a peinar sus largas cabelleras con codiciados peines de oro. Suelen ser amables y la única forma de enfurecerlas es robarles sus peines. Se cuenta también que han ayudado a los hombres en la construcción de dólmenes, cromlech y puentes.

A veces se enamoran de los mortales, pero no pueden casarse con ellos, pues no pueden pisar tierra consagrada. En ocasiones tienen hijos con ellos. En otras leyendas son mitad humanos y mitad peces. Otras dicen que no son más que la diosa Mari.

Cuenta una leyenda que una vez una mujer le robó el peine de oro a una lamia y ésta, enfurecida, trató de maldecirla, pero no lo logró, puesto que sonó la campana de la iglesia y eso la salvó.

Folclore búlgaro

En los cuentos e historias populares búlgaras, la lamia es una misteriosa criatura con varias cabezas, que puede hacer crecer una y otra vez si se le cortan (como la Hidra de Lerna). Se alimenta de la sangre de la gente o, más frecuentemente, matando mujeres jóvenes. Este monstruo atormenta a menudo los pueblos y puede ser encontrado en cuevas o en el subsuelo. En algunas historias tiene alas, en otras su respiración es de fuego. La lamia no tiene género, pero suele ser considerada femenina.

 

Ciclopes

En la mitología griega, los Cíclopes (en griego Κύκλωψ Kýklops, plural Κύκλωπες Kýklopes, que viene de κύκλος kyklos, ‘rueda’, ‘círculo’ y ὤψ ops, ‘ojo’) eran los miembros de una raza de gigantes con un solo ojo en mitad de la frente.

Primera generación

Los Cíclopes de la primera generación eran hijos de Urano y Gea, y conocidos artesanos y constructores. Eran gigantes con un solo ojo en mitad de la frente y un temperamento horrible. Según Hesíodo eran fuertes, testarudos, y de «bruscas emociones». Eventualmente sus nombres llegaron a ser sinónimo de fuerza y poder, y se usaban para referirse a armas especialmente bien manufacturadas.

Fueron tres: Brontes, Estéropes y Arges (aunque algunas fuentes cambian a Arges por Acmónides o Piracmón). Había también otros cuatro llamados Eurialo, Elatreo, Traquio y Halimedes, que presumiblemente eran hijos de los tres primeros.

Urano temía su fuerza y les encerró en el Tártaro. Más tarde Crono, otro hijo de Urano y Gea, liberó a los Cíclopes, junto con los Hecatónquiros y los Gigantes. Le ayudaron a derrocar y castrar a Urano, pero Crono les volvió a encarcelar en Tártaro, donde permanecieron, guardados por Campe, hasta que Zeus los liberó. Forjaron rayos para que Zeus los usase como arma y le ayudaron en la guerra para derrocar a Crono y a los otros Titanes (Titanomaquia). Los rayos que se convirtieron en el arma predilecta de Zeus fueron forjados por los tres Cíclopes: Arges ponía el brillo, Brontes el trueno, y Estéropes el relámpago.

Esta primera generación de Cíclopes también creó un tridente que producía terremotos para Poseidón, el arco y las flechas de Artemisa, y el casco de invisibilidad que Hades le dio a Perseo en su búsqueda para matar a Medusa. Ayudaron a Hefesto y se dice que construyeron el primer altar, así como las murallas y fortificaciones de Tirinto y Micenas en el Peloponeso, entre otras. Los ruidos que surgían del corazón de los volcanes se atribuían a sus operaciones.

Se cuenta posteriormente que fue Apolo quien mató a los Cíclopes, después de que Zeus matase a su hijo, Asclepio, con un rayo forjado por ellos. Aunque puede suponerse que estos cíclopes eran inmortales, por lo que quizá los cíclopes que Apolo mató fuesen sus hijos.

Segunda generación

La segunda generación de Cíclopes fue una primitiva tribu de enormes monstruos de un solo ojo descubierta por Odiseo en una remota isla (en ocasiones identificada con Hesperia). Se decía que estaban estrechamente relacionados con los Gigantes y con una tribu fenicia (los Phaiakai) surgidos de las gotas de sangre que cayeron sobre Gea (la tierra) cuando Urano fue castrado.

Sin embargo, el cíclope más conocido de esta generación era un hijo de Poseidón y la ninfa Toosa llamado Polifemo. Otro de los cíclopes de la segunda generación fue Telemo, un vidente.

Origenes

Dada su inclinación por la herrería, muchos estudiosos creen que la leyenda de los Cíclopes surgió de la práctica habitual de los herreros de llevar un parche sobre un ojo para evitar quedarse ciego de ambos por las chispas. Los herreros también se tatuaban círculos concéntricos en honor al sol, lo que puede ser otra posible fuente de la leyenda. La segunda generación de Cíclopes son definitivamente de un tipo diferente a los de la primera: probablemente sean adiciones muy posteriores a la mitología sin conexión alguna con la herrería. Muchos creen que las leyendas asociadas a Polifemo no contaban que fuera un cíclope hasta que Homero las incluyó en La Odisea, pudiendo ser originalmente Polifemo algún tipo de monstruo o demonio local. Se ha sugerido que quizás fuera uno de los Triamantes de la leyenda cretense, raza rural de ogros devoradores de hombres que tenía un tercer ojo detrás de la cabeza. Aparte del detalle de los ojos, son muy parecidos a los Cíclopes de Homero.

Otro posible origen de la leyenda de los Cíclopes es el hallazgo por parte de los griegos de cráneos de elefantes prehistóricos (algunos existen aún en Creta). Debido a la gran cavidad nasal (para la trompa) en el centro del cráneo, se podría haber pensado que tenían una única cuenca ocular grande. Las cuencas oculares reales, más pequeñas, están a los lados y son mucho menos notables. Dada la escasa experiencia que seguramente los nativos tenían con elefantes vivos, es difícil que hubieran reconocido el cráneo como lo que realmente era.

También es posible el nacimiento de niños con malformaciones provocadas por ciclopía, un raro trastorno encefálico congénito, pudiera haber inspirado la leyenda.

Quizá los Cíclopes fueran los sicelos (Cclps ~ Scls) de la edad clásica, que posteriormente se establecieron en Siracusa.

Minotauro

Minotauro

En la mitología griega, Asterión el Minotauro (del griego Μινόταυρος, Minótauros), era un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. El mito tiene su versión más completa en la biblioteca mitológica de Apolodoro. Su nombre significa "Toro de Minos", y fue concebido de la unión entre Pasífae y un magnífico toro con motivo de una afrenta divina. Fue encerrado en un laberinto diseñado por el artífice Dédalo, hecho expresamente para retenerlo, ubicado probablemente en la ciudad de Cnosos en la isla de Creta. Por muchos años, hombres y mujeres eran llevados al laberinto como sacrificio para ser el alimento de la bestia hasta que la vida de ésta terminó en manos del héroe Teseo.

Nacimiento del Minotauro

Existen varias versiones respecto a la afrenta que ocasionó que la esposa de Minos, Pasífae, tuviera la necesidad de unirse al toro de Creta. La versión más extendida dice que Minos, hijo de Zeus y de Europa, pidió a Poseidón apoyo para suceder al rey Asterión de Creta frente a sus hermanos Radamantis y Sarpedón y ser reconocido como tal por los cretenses. Poseidón lo escuchó e hizo salir de los mares un hermoso toro blanco, al cual Minos prometió sacrificar en su nombre. Sin embargo, al quedar Minos maravillado por las cualidades del hermoso toro blanco, lo ocultó entre su rebaño y sacrificó a otro toro en su lugar esperando que el dios del océano no se diera cuenta del cambio. Al saber esto Poseidón, se llenó de ira, y para vengarse, inspiró en Pasífae un deseo tan insólito como incontenible por el hermoso toro que Minos guardó para sí. Otras historias cuentan que, o cada año Minos daba el mejor de sus toros en sacrifico a Poseidón, y que en cierto año hizo una excepción al impresionarse de las cualidades de su toro por lo que Poseidón igual se enfadó, o bien se narra que el toro blanco fue enviado por Afrodita para vengarse de Helio, padre de Pasífae, por descubrirla amante de Ares. Otra fuente afirma que fue Zeus quien regaló a su hijo Minos un bellísimo toro blanco para ser sacrificado en honor a Poseidón.

Minos, que no prestaba atención a su esposa, dejó que hiciera cuanto quisiese, y así, ella intentó seducir al toro de diversas formas, pero ninguna dio resultado. Finalmente pidió ayuda a Dédalo, el artífice refugiado más hábil de Creta -y de toda la mitología griega. Dédalo construyó entonces una vaca o ternera de madera, hueca, de forma que Pasífae pudiera esconderse en su interior. La reina regresó dentro del simulacro a donde el toro, y éste, convencido por la perfección del disfraz, correspondió su amor y Pasífae pudo consumar su poderosa y ciega pasión inspirada por el dios. El resultado de esta unión contra natura es Asterión, el Minotauro.

Elfos

Elfos

Los elfos son criaturas de la mitología nórdica y germánica que originalmente fueron considerados una raza menor de dioses de la fertilidad y representados como hombres jóvenes y mujeres de gran belleza que viven en bosques, cuevas o fuentes. Se les consideraba como seres de larga vida o inmortales y con poderes mágicos.

Etimología

La palabra elfo proviene del proto-germánico *albo-z, *albi-z, y del nórdico antiguo álfr, el alto alemán medio elbe.
La etimología primordial puede ser la raiz proto-indoeuropea *albh- que significa "blanco", del cual también proviene el latín albus "blanco".
Los términos correspondientes en las lenguas germánicas son:
Germánico nórdico
Nórdico antiguo: álfr, plural álfar.
Islandés: álfar, álfafólk y huldufólk (gente escondida).
Danés: Elver, elverfolk o alfer
Noruego: alv, alven, alver, alvene / alvefolket
Sueco: alfer, alver o älvor
Germánico occidental continental
Neerlandés: elf, elfen, elven, alven (neerlandés medio alf)
Alemán: del inglés: Elf (m), Elfe (f), Elfen "hadas".3 Elb (m, plural Elbe o Elben) es un término reconstruído, mientras que Elbe (f) está atestiguado en el alto alemán medio. Alb, Alp (m), plural Alpe tiene el significado de "íncubo" (antiguo alto alemán alp, plural *alpî o *elpî).
Gótico *albs, plural *albeis

Elfos en la mitología nórdica

Las descripciones más tempranas preservadas de los elfos provienen de la mitología nórdica. En nórdico antiguo eran llamados álfar (singular, caso nominativo: álfr), y a pesar de que no existen descripciones más antiguas o contemporáneas, la aparición de seres etimológicamente relacionados a los álfar en varios folklores posteriores, sugiere fuertemente que la creencia en elfos era común entre todos los pueblos germánicos, y que no sólo se limitaba a los antiguos escandinavos.

A pesar de que el concepto en sí mismo nunca está definido claramente en las fuentes existentes, los elfos parecen haber sido concebidos como seres humanoides poderosos y hermosos. Nunca se han registrado mitos sobre los elfos. Varios hombres famosos parecen haber sido elevados al rango de elfos luego de su muerte, como el rey Olaf Geirstad-Elf. El héroe herrero Völundr (o Völund) es identificado como ’señor, líder, o sabio de los elfos’ (vísi álfa, de víss, "certero, sabio") en el poema Völundarkvida. Un segundo título de Völundr es más oscuro: álfa ljóði, donde la raíz apunta a la expresión poética ljóðr o lýðr, "un pueblo, gente, hombres". Este titulo se ha interpretado como "líder de los álfar", pero más probablemente como "uno del pueblo de los álfar", indicando que Völundr es uno de ellos y no simplemente un humano. En la Saga de Thidrek una reina humana se sorprende al descubrir que el amante que la embarazó es un elfo y no un hombre. En la Hrólfs saga kraka un rey llamado Helgi viola y embaraza a una elfo mujer vestida de seda.

Consecuentemente, la cruza entre elfos y humanos es posible en la antigua creencia nórdica. La reina humana que tuvo un amante elfo dio a luz al héroe Högni, y la elfo mujer que fue violada por Helgi dio a luz a Skuld, quien se casó con Hjörvard, el asesino de Hrólfr Kraki. La Hrólfs saga kraka agrega que ya que Skuld era medio-elfo, era muy habilidosa en la hechicería (seid), y a tal punto que era casi invencible en la batalla. Cuando sus guerreros caían, ella los levantaba nuevamente para que continuaran luchando. La única manera de derrotarla era capturarla antes de que pudiera convocar a sus ejércitos, que incluían guerreros élficos.

Hay también declaraciones en la Heimskringla y en la Þorsteins saga Víkingssonar de una línea de reyes locales que gobernaron Álfheim, que se correspondía con la provincia moderna sueca de Bohuslän y la provincia noruega de Østfold, y ya que tenían sangre élfica, se decía que eran más hermosos que la mayoría de los hombre.
La tierra gobernada por el rey Alf era llamada Alfheim, y toda su prole está relacionada a los elfos. Eran más hermosos que cualquier otra persona...



Además de estos aspectos humanos, se los describe como seres semi-divinos asociados a la fertilidad y el culto a los ancestros. De esta forma, la noción de elfo se asemeja a la creencia animista en espíritus de la naturaleza y de los muertos, común a casi todas las religiones humanas; lo que también se corresponde con la antigua creencia nórdica en dísir, fylgjur y vörðar (espíritus seguidores y protectores). Como los espíritus, los elfos no estaban atados a limitaciones físicas y podían atravesar paredes y puertas, tal como sucede en Norna-Gests þáttr.

El historiador islandés Snorri Sturluson se refiere a los enanos (dvergar) como "elfos oscuros" (dökkálfar) o "elfos negros" (svartálfar); pero es incierto si esto refleja la creencia escandinava en su conjunto. Se refiere a otros elfos como "elfos de la luz" (ljósálfar), lo cual se ha asociado a la conexión de los elfos con Frey, el dios del sol (de acuerdo a Grímnismál, Edda poética). Snorri describe las diferencias de los elfos de esta manera:
"Allí [en el cielo] hay un lugar que es llamado Hogar de los elfos (Álfheimr). Las personas que viven allí son llamadas elfos de la luz (Ljósálfar). Pero los elfos oscuros (Dökkálfar) viven bajo la tierra, y no se asemejan en apariencia a ellos - y tampoco se asemejan en la realidad. Los elfos de la luz son más brillantes que la apariencia del sol, pero los elfos oscuros son más negros que la oscuridad en sí." (Snorri, Gylfaginning , Edda prosaica)
"Sá er einn staðr þar, er kallaðr er Álfheimr. Þar byggvir fólk þat, er Ljósálfar heita, en Dökkálfar búa niðri í jörðu, ok eru þeir ólíkir þeim sýnum ok miklu ólíkari reyndum. Ljósálfar eru fegri en sól sýnum, en Dökkálfar eru svartari en bik."

Mayor evidencia de la presencia de elfos en la mitología nórdica proviene de la poesía escáldica, la Edda poética y de las sagas legendarias. En ellas, los elfos están relacionados con los Æsir, particularmente por la frase común "Æsir y los elfos", que presumiblemente signifique "todos los dioses". Algunos eruditos han comparado a los elfos con los Vanir. Pero en Alvíssmál ("Dichos de Alvíss"), se considera a los elfos como seres distintos de los Vanir y los Æsir, como se revela por una serie de nombres comparativos en los cuales se da las propias versiones de varias palabras para los Æsir, los Vanir, y los elfos como reflejo de sus preferencias raciales individuales. Es posible que estas palabras marquen una diferencia de estatus entre los mayores dioses de la fertilidad, los Vanir, y los menores, los elfos. La Grímnismál cuenta que el Van Frey era el señor de Álfheim ("mundo de los elfos"), y hogar de los elfos de la luz. La Lokasenna cuenta como un gran grupo de Æsir y elfos se habían reunido en la corte de Ægir para un banquete. Había presente varios sirvientes de los dioses, como Byggvir y Beyla, que pertenecían a Frey, señor de los elfos, que eran probablemente elfos en sí, ya que no eran contados entre los dioses. Se mencionan también otros dos sirvientes, Fimafeng (asesinado por Loki) y Eldir.

Un poema de cerca de 1020, el Austrfaravísur (’Versos de viajes al este’) de Sigvat Thordarson, menciona que, como cristiano, se le negó la entrada a una residencia pagana, en Suecia, porque se estaba llevando a cabo un álfablót ("sacrificio a los elfos"). Sin embargo, no se tiene más información confiable sobre a lo que un álfablót implica,14 pero como otros blóts, es probable que incluyera ofrenda de alimentos.

Además, en la Saga de Kormák se evidencia la creencia de que sacrificar para los elfos podía curar graves heridas de combate:
Þorvarð se curó lentamente; y cuando se pudo parar fue a ver a Þorðís, y le preguntó qué podría ayudarle a curarse mejor.
"Hay una colina", le respondió, "no lejos de aquí, donde los elfos tienen su refugio. Hazte con el toro que mató Kormák, y enrojece la colina con su sangre, y haz un festín con su carne para los elfos. Así serás curado.

Demonios

Demonios

En la religión, folklore, y mitología demonio (o el daemon, el dæmon, o aún el daimon) es el estado supernatural que se ha descrito generalmente como espíritu malévolo. Se representa a un demonio con frecuencia como fuerza que pueda ser conjurada o ser controlada. El "buen" demonio en uso reciente es en gran parte un dispositivo literario (e.g., demonio de Maxwell), aunque las referencias a los buenos demonios se pueden encontrar en Hesiodo y Shakespeare. En el lenguaje común, para "demonizar" una persona se le dice que es el mal, o es la fuente de mal.

Concepción Judeo-Cristiana

La concepción más extendida en Occidente es la judeo-cristiana, según la cual, los demonios son espíritus del mal con la potestad de poseer a los seres humanos. Para el cristianismo, en particular, los demonios son espíritus inmundos, vale decir, esbirros de Satanás, príncipe de este mundo y enemigo declarado de Dios y sus ángeles, cuya morada es el regnum caelorum [reino de los cielos]. Se le identifica con el Ángel caído, que se rebeló contra Dios.

En un sentido general, no obstante, puede decirse que los demonios no son necesariamente seres malvados. Los griegos dividían a los demonios entre buenos y malignos: agatodemones (αγαθοδαίμονες) y cacodemones (κακοδαίμονες), respectivamente. Mientras que los agatodemones se asemejan a la noción judaica de ángel protector, los cacodemones, por su parte, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la tradición judeo-cristiana. Tal es el caso de Lucifer, príncipe de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás.

La rama del saber que se ocupa del estudio de los demonios recibe el nombre de ’demonología’. El culto del o los demonios se denomina ’demonolatría’. Se reserva, finalmente, el término ’demonomancia’ para designar el arte adivinatoria por medio de la invocación de demonios o espíritus impuros.

Supuestamente, los demonios pueden poseer a personas, animales o cosas para sus propios objetivos, pero en la mayoría de religiones pueden ser expulsados mediante el exorcismo.

La hermetología trata de comprender el sentido de lo demoníaco por referencia a la divinidad, produciendo siempre y necesariamente una simetría invertida en todas sus manifestaciones. Así, frente a la Trinidad, Padre, Cristo y Espíritu Santo, se presenta la tríada opuesta, Lucifer, Anticristo y Falso profeta. A diferencia de la Trinidad donde el proceso comunicativo intradivino se inicia en el Padre, Creador, el Hijo, la acción salvadora, y el Espíritu Santo, la iluminación o revelación, la tríada invertida coloca al orden al revés, primero Lucifer, la iluminación, que genera las ideas, la ilustración, después Diablo, la potencia en acción, y finalmente, Satán, no la creación sino la destrucción. Una teología de la historia no puede comprender ésta sin la lógica triádica invertida, y un ejemplo básico sería para los últimos siglos, el inicio revelatorio de los philosophes, la continuación revolucionaria, y por fin el nihilismo de las ideas, la cultura y las prácticas existenciales

Duendes

Duendes

Los duendes son seres mitológicos elementales de la naturaleza, guardianes de los bosques y de todos los seres vivos que habitan en ellos.

Descripción

Los duendes forman parte de la raza elemental faérica, y junto con sus homólogos elfos, trols y hadas, son guardianes de la naturaleza y son los seres más populares de las mitologías celta y nórdica, ya que tanto vikingos como celtas, veneraban a la naturaleza, a pesar de que durante la Edad Media estos dos pueblos estuvieron en guerra.

Los duendes se distinguen de los elfos por su pequeño tamaño, sus orejas son puntiagudas, algunas especies son de nariz grande y otras pequeña, su cabello es largo y a veces suelen ser peludos y portan largas garras. Generalmente son semejantes a un niño pequeño en estatura, aunque también son descritos subtipos más pequeños; los cuales son denominados duendecillos.

Algunos duendes consortes en brujería o hechicería pagana eran llamados familiares. Se dice que los druidas celtas y los hechiceros los usaban como espías o ayudantes para conjuros, que la Madre Tierra otorgaba estos ayudantes a sus druidas más selectos, y que en el caso de los satánicos, era el mismo Diablo quien los otorgaba; es por ello que se les atribuía forma de un animal pequeño por ser discretos, ya fuera como un gato, hurón, sapo, rata o murciélago.

Suelen ser descritos popularmente como expertos en la magia, adivinación y demás ciencias ocultas, sin embargo, su magia es ineficaz contra alguien que porte un "trébol de 4 hojas", son intolerantes a la imagen de San Patricio, el santo patrón de Irlanda, ya que fue este quien "les desterró de la casa de Dios", aunque en el día celebrado a este santo (17 de marzo) se dice que es cuando todos los duendes y demás seres de la fauna faérica emergen de sus escondites haciendo calamidades por doquier. Se les puede matar con hierro forjado, aunque también se les atribuye vulnerabilidad a la plata, al igual que los hombres-lobo, ya que la plata se considera un "metal santo" y las armas de plata son de especial predilección para hacer frente a demonios y demás seres.

Según las leyendas se pueden crear mediante la obtención de unas plantas que solo salen en La noche de San Juan. Estas plantas se deben guardar en una botella o recipiente fabricado en vidrio de color negro. que no se vea el interior del recipiente. Se debe dejar la botella cerrada durante toda la noche de San Juan y por la mañana abrirla y saldrá el duende creado para ser tu sirviente.

Habitan los bosques en donde las personas tienen poco o ningún acceso; cada 100 años toman para sí una esposa de entre los humanos, la mas hermosa de las niñas, para luego raptarla y desfigurarla hasta el punto de que se parezca a ellos, porque entre los duendes no hay género femenino.