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Demonios

Demonios

En la religión, folklore, y mitología demonio (o el daemon, el dæmon, o aún el daimon) es el estado supernatural que se ha descrito generalmente como espíritu malévolo. Se representa a un demonio con frecuencia como fuerza que pueda ser conjurada o ser controlada. El "buen" demonio en uso reciente es en gran parte un dispositivo literario (e.g., demonio de Maxwell), aunque las referencias a los buenos demonios se pueden encontrar en Hesiodo y Shakespeare. En el lenguaje común, para "demonizar" una persona se le dice que es el mal, o es la fuente de mal.

Concepción Judeo-Cristiana

La concepción más extendida en Occidente es la judeo-cristiana, según la cual, los demonios son espíritus del mal con la potestad de poseer a los seres humanos. Para el cristianismo, en particular, los demonios son espíritus inmundos, vale decir, esbirros de Satanás, príncipe de este mundo y enemigo declarado de Dios y sus ángeles, cuya morada es el regnum caelorum [reino de los cielos]. Se le identifica con el Ángel caído, que se rebeló contra Dios.

En un sentido general, no obstante, puede decirse que los demonios no son necesariamente seres malvados. Los griegos dividían a los demonios entre buenos y malignos: agatodemones (αγαθοδαίμονες) y cacodemones (κακοδαίμονες), respectivamente. Mientras que los agatodemones se asemejan a la noción judaica de ángel protector, los cacodemones, por su parte, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la tradición judeo-cristiana. Tal es el caso de Lucifer, príncipe de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás.

La rama del saber que se ocupa del estudio de los demonios recibe el nombre de ’demonología’. El culto del o los demonios se denomina ’demonolatría’. Se reserva, finalmente, el término ’demonomancia’ para designar el arte adivinatoria por medio de la invocación de demonios o espíritus impuros.

Supuestamente, los demonios pueden poseer a personas, animales o cosas para sus propios objetivos, pero en la mayoría de religiones pueden ser expulsados mediante el exorcismo.

La hermetología trata de comprender el sentido de lo demoníaco por referencia a la divinidad, produciendo siempre y necesariamente una simetría invertida en todas sus manifestaciones. Así, frente a la Trinidad, Padre, Cristo y Espíritu Santo, se presenta la tríada opuesta, Lucifer, Anticristo y Falso profeta. A diferencia de la Trinidad donde el proceso comunicativo intradivino se inicia en el Padre, Creador, el Hijo, la acción salvadora, y el Espíritu Santo, la iluminación o revelación, la tríada invertida coloca al orden al revés, primero Lucifer, la iluminación, que genera las ideas, la ilustración, después Diablo, la potencia en acción, y finalmente, Satán, no la creación sino la destrucción. Una teología de la historia no puede comprender ésta sin la lógica triádica invertida, y un ejemplo básico sería para los últimos siglos, el inicio revelatorio de los philosophes, la continuación revolucionaria, y por fin el nihilismo de las ideas, la cultura y las prácticas existenciales

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